jueves, 22 de marzo de 2007

Vida, Libertad y Existencialismo


Durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países alrededor del globo mantenían un estado de nerviosismo por la avanzada de Adolfo Hitler. Esta perturbación encontró en el existencialismo una filosofía que, a pesar de ser pesimista, depositaba en el ser humano la esperanza de un mundo mejor. Jean Paul Sartre lo expuso claramente en la revista “Los Tiempos Modernos”: “Nuestra intención es contribuir a que se produzcan ciertos cambios en la sociedad que nos rodea”.

Ante este panorama, el mismo Sartre publicó en 1946 “El Existencialismo es un Humanismo”, obra icónica del movimiento existencialista que plantea la presencia del ser humano tomando como base el “pienso, luego existo” cartesiano y que ante todo era una respuesta a los “ataques” que habían sufrido los seguidores de esta filosofía por parte de los comunistas y católicos.

Esta creciente doctrina causaba “picazón” en los bandos conservadores. Le reprochaban ante todo el hecho de ser una filosofía que acentuaba el lado malo de la existencia. Sartre responde con una elocuente pregunta: “En el fondo, lo que asusta en la doctrina que voy a tratar de exponer ¿no es el hecho de que deja una posibilidad de elección al hombre?”

La libertad del hombre es un manifiesto fundamental de Sartre y en general del existencialismo. Para ellos, la existencia precede a la esencia, por lo que se toma la subjetividad como concepto. De acuerdo a esto, “el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define”. ¿Cómo se define? “…el hombre no es otra cosa que lo que él hace. Este es el primer principio del existencialismo”.

“Eligiéndome, elijo al hombre”

Si en verdad la existencia precede a la esencia, Dios no existe, y ante esta perspectiva de desamparo el hombre carga en sus hombros la responsabilidad de toda la humanidad. Para Sartre, el ser humano debe comprometerse porque es responsable de lo que es y lo que puede llegar a ser y por tal motivo él explica que “cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres”. Con lo anterior, Sartre deja de manifiesto que la sociedad es un todo y el hombre es un proyecto que se planea a sí mismo por el bien del “todo”.

Para que el hombre exista debe ejecutar y proyectarse porque “no es más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida”. La manifestación clara del compromiso del hombre está en la acción alejada del quietismo y vinculada con la suma de empresas que emprende día a día y que lo conceptualizan como la cosecha de su propio cultivo.

El hombre “sartreano” depende de los demás hombres para obtener su propia existencia y libertad puesto que la libertad de los otros depende de la nuestra y la nuestra depende de la libertad de los otros. El “todo” existencialista está alejado del determinismo y parte del “pienso, luego existo” para recordarle al hombre que no hay otro legislador que él mismo y con la falta de Dios decidimos por nuestra cuenta el futuro de las sociedades. Cada uno de nuestros actos afectará a los demás en mayor o menor medida, así como a consecuencia de la terrible avanzada de Hitler, el existencialismo se abrió camino para dejar un legado de filosofía a la humanidad.

No hay comentarios: